HÁBITO Y COSTUMBRE
SON LOS QUE SOSTIENEN EL EDIFICIO FINANCIERO ORTODOXO
Voy a introducir el dedo en el ojo del lector, o al menos, no esconderé que voy a intentarlo. Sólo con esta oradación de tan vital sensor conseguiré llamar la atención sobre la disertación que ahora comienza y que pretende, nuevamente, remover memes instalados arteramente en nuestros encéfalos.
Yo acumulo más de un lustro intentando zafarme del pesado e ineficiente lastre con que me han adoctrinado mientras he estado en el redil de la industria financiera, aunque contaba con la ventaja del barniz antiadherente (de dogmas) que supone haber sido instruido en el terreno de la ciencia y de su baluarte básico, el método científico, como rasero de valoración.
Resulta inconcebible, para los que intentamos analizar las metodologías que se aplican en el entorno bursátil, desde el escepticismo y la lógica del método científico, que toda la industria articulada para generar y colocar productos a los particulares, e incluso los bancos centrales y otros organismos supranacionales, mantengan como corpus conceptual métodos e hipótesis de trabajo que se han mostrado ineficientes e imprecisos en los momentos en los que más falta hacían.
Y eso que algunos insignes científicos ya alertaron sobre el rudimentario y viciado forjado matemático en el que se apoya el constructo financiero ortodoxo, hace algo más de 40 años. Me estoy refiriendo, entre otros, al nunca bien ponderado Benoit Mandelbrot, padre de la geometría fractal.
A pesar de que se han ido desmontando uno a uno los axiomas sobre los que se ha construido el entramado financiero moderno, las facultades de económicas siguen generando hordas de licenciados adoctrinados con teorías parcheadas, recauchutados con la peligrosa lógica lineal de los acontecimientos, necesitados de los falaces razonamientos causales, obsesionados con las pruebas corroborativas e incapaces del más mínimo escepticismo ante el dogma recibido.
Y lo digo con conocimiento de causa ya que durante 2 lustros he compartido mesa y mantel con montones de economistas que se adaptan como un guante al perfil que acabo de reseñar. Los que escapan a estas servidumbre conceptuales son los que me han aportado puntos de vista heréticos aunque más cercanos a la realidad. De nuevo la heterodoxia ejerce de motor y de catalizador de enfoques enriquecedores tanto en el terreno de las ideas como en el de la gestión del patrimonio personal.
Todo apunta a que el hábito y la costumbre son los que siguen apuntalando un corpus de conocimiento inservible para las altas exigencias a las que se está sometiendo, aunque extremadamente extendido e introducido en los programas académicos y las altas esferas económicas supranacionales.
Pero veamos en que momento se pone la primera piedra sobre la que se edifica la arquitectura económica moderna.
Parece que Louis Bachelier tiene algo de responsabilidad en la génesis del entramado que se fue gestando en el último cuarto del siglo XX.
En marzo de 1900, con el objetivo de obtener una plaza de doctor docente en la Universidad de París, se presentó Louis Bachelier y entre otras pruebas tuvo que defender su tesis doctoral “Theorie de la Spéculation”. Trataba sobre la especulación como negocio y del comercio de bonos en la Bolsa de París. Aún no se trataba de una disciplina académica y los profesores del tribunal (entre los que se encontraba el insigne Poincaré) no se sintieron demasiado atraídos. No consiguió la plaza.
En su tesis formuló las cuestiones básicas sobre el movimiento de los precios aunque apenas tuvo repercusión. Bachelier murió en el anonimato aunque su tesis llegó a ser publicada en una revista y sirvió para que 50 años después fuera retomada y traducida al inglés.
Wall Street cimentó sobre la tesis de Bachelier buena parte de la teoría financiera moderna.
Bachelier planteó en su tesis las finanzas como un juego de cara o cruz o lo que es lo mismo, cada movimiento sería independiente de los anteriores. Detectó que los movimientos de los bonos dependían de un número infinito de factores, por lo que era imposible esperar una predicción matemática y por ello la dinámica de la Bolsa nunca sería una ciencia exacta. Sin embargo si creyó posible estudiar matemáticamente el estado del mercado en un instante dado mediante la teoría de probabilidades.
Contemplar el mercado como “un juego imparcial” significa que es igual de probable que suba o que baje y que NO TENDRÍA MEMORIA. Además, en una sucesión que sigue esta dinámica podemos describir matemáticamente algunos comportamientos, como por ejemplo, conoceríamos el rango entre la ganancia máxima en un momento del juego y su máxima pérdida en otro, varía con la raíz cuadrada del número de lanzamientos o sesiones.
Otro de los aspectos que aportó Bachelier es la noción del paseo aleatorio. Con el símil del borracho o del movimiento browniano, cualquier paseo aleatorio estará siempre ligado a su punto de partida. En el caso de las bolsas, y apoyándose en esta hipótesis, el mejor predictor del precio de mañana será el precio actual.
Esta dinámica, desde el punto de vista de la estadística, formará una secuencia de variables independientes e idénticamente distribuidas. Nos acabamos de encontrar con la campana de Gauss, algo que encandiló a los que necesitaban vender certezas ya que con la curva de campana, la noción de equilibrio y precisión llegan a inferirse evidentes.
Apoyándose en este entramado montado por Bachelier, la ortodoxia financiera diseñada en el último cuarto del siglo XX se ha fundamentando en unos cuantos axiomas simplificadores (todos ellos refutados de manera objetiva): Se asume que todos los inversores son racionales y actúan en interés propio, se asume que las variaciones de los precios se ajustan a una campana de Gauss y se asume que las variaciones de precios son independientes e idénticamente distribuidos como en el caso del juego del cara y cruz.
CORTO PLAZO:
El primer gráfico muestra un indicador indirecto, el OSCILADOR DE RV VS RF, en este caso montado sobre 25 sesiones.
Las subidas de las últimas sesiones han propiciado que se supere con creces el umbral 65, en un movimiento que hemos visto pocas veces. Recuerden que esta herramienta hay que interpretarla de la siguiente guisa. Dejaremos que la curva baja suba todo lo que quiera y esperaremos a que dicha curva cruce a la baja la referencia 65, momento en el que según esta herramienta se generará señal de venta. Por el momento estamos por encima de 65 por lo que seguimos dentro de la actual inercia alcista.
La segunda referencia va a ser el índice de volatilidad DJ EUROSTOXX VOLATILITY INDEX.
También es un indicador indirecto que suele aportar información muy eficiente. Aporto la curva de desviación estándar acumulada, calculada sobre 150 sesiones. Vemos como alertó de un posible suelo en las bolsas hace 40 sesiones, mientras que a pesar de las subidas de las últimas semanas la curva roja aún parece tener recorrido a la baja lo que podría indicar que a las bolsas aún les quedaría algún segmento alcista adicional.
Por último, echaremos un vistazo al Ibex 35.
Se está comportando de manera mucho más débil que la mayor parte de índices europeos por lo que habrá que ser prudentes ya que cuando el resto de índices relajen su sobrecompra, es de suponer que también el Ibex 35 se apunte a las caídas.
Hemos señalado con una flecha horizontal la referencia de los 11.350 ya que representa el retroceso del 61,8% de la caída sufrida durante el mes de enero de 2010.
De continuar la actual inercia alcista, es muy probable que en las próximas sesiones alcancemos estos niveles.
RESUMIENDO:
No cejaré en mi empeño de alertar sobre la inutilidad de la matemática que se emplea para trasladar vaticinios bursátiles al pequeño inversor. El gran capital (Hedge funds) hace ya tiempo que escapó a la dependencia de esta ineficiente matemática. He presentado a Bachelier como uno de los principales artífices del actual entramado financiero moderno y también he resaltado que los axiomas en los que se sustenta este edificio ya han sido refutados. Cada uno tendrá que valorar en manos de que matemática y de que modelos y metodologías se ubica.
En cuanto a los mercados, parece que aún podría perdurar algo más la actual inercia alcista y sólo nos queda vigilar los indicadores indirectos por si al unísono nos alertan de riesgos inminentes.